San Francisco Coll
1812. GOMBRÈN (Gerona).- Francisco Coll i Guitart nace el 18 de mayo, en el seno de una sencilla familia de cardadores de lana. Es el menor de once hermanos, a quienes la madre, viuda al poco de nacer Francisco, educó en la sólida piedad cristiana.
Seminarista
1823. VIC.- Desde sus primeros años se sentÃa apóstol. Sus amigos acudÃan a oÃr sus predicaciones infantiles desde la fuente en la plaza del pueblo, o subido a bancos y sillas. Todos veÃan en él un futuro sacerdote. A los diez años dejó Gombrèn y marchó a estudiar al seminario de Vic, alternando sus estudios con la enseñanza a los niños en la masÃa de Puigseslloses. Piedad, estudio, enseñanza, apostolado: buenos cimientos para un futuro predicador y fundador.
Dominico
1830. GERONA.- Cinco años clave en la vida de Francisco. Decide ser fraile predicador, dominico. Y lo será en el convento de la Anunciación de Girona. Sólida Formación teológica, intensa vida de oración: las dos alas que le servirán para volar por toda Cataluña como apóstol del Evangelio, enamorado de MarÃa. En 1835 todos los religiosos tuvieron que abandonar sus conventos, que pasaban a manos del Estado. Fray Francisco seguirá siendo dominico para siempre. No hubiera podido encontrar para su vida un modelo mejor que Domingo de Guzmán.
Sacerdote
1836. SOLSONA (Lérida).- Fray Francisco es ordenado sacerdote. Desde entonces, su vida será un gastarse continuo en toda la gama de servicios ministeriales y apostólicos: catequesis, confesiones, dirección de almas, y sobre todo, predicación. Francisco Coll continuarÃa siendo dominico toda su vida. FirmarÃa anteponiendo a su nombre «Fray», y posponiendo las siglas «OP», que significan: de la Orden de Predicadores (dominicos). Y llevaba muy dentro de su alma de apóstol la consigna de Cristo: «Id y predicad». Por eso, desligado de las cargas parroquiales, recorrerá toda Cataluña, dando ejercicios espirituales a sacerdotes y religiosas y predicando misiones populares, con tanto éxito, que su gran compañero, San Antonio MarÃa Claret decÃa: «Cuando ha predicado el P. Coll en una población, ya no nos queda nada que espigar a los demás».
Fundador
1856. VIC.- El mundo es pequeño para un corazón de apóstol. El P. Coll veÃa que la mies era mucha. Su afán, inmenso. Sus posibilidades, limitadas en el tiempo y en el espacio. ¿Por qué no ampliar su espÃritu y su misión? La respuesta a este interrogante es la obra maestra del Padre Coll: la CONGREGACIÓN DE DOMINICAS DE LA ANUNCIATA. Sus hijas continuarÃan cultivando los campos donde el Padre Coll iba sembrando la Palabra, especialmente entre la juventud femenina.
Los Colegios de la Anunciata serán focos de irradiación evangélica, junto con la formación humana, con el espÃritu de sencillez. De alegrÃa, de servicio que caracterizó al fundador.
Hacia la casa del Padre
1875. VIC, 2 DE ABRIL.- HacÃa algo más de cinco años que habÃa quedado ciego repentinamente. Recobró algo la vista pero desde diciembre de 1869 no pudo volver a leer. Eran frecuentes los ataques apopléticos. La vida austerÃsima, las correrÃas apostólicas, la lucha contra las mil dificultades que encontraba su Congregación, habÃan acabado con sus fuerzas. Santamente, como habÃa vivido, pasó de este mundo a la Casa de Padre, de la mano de MarÃa.
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